DETONACIÓN
Yo corro, me encanta correr, siempre me
ha gustado hacer deporte, pero ahora sobre todo, corro.
Comencé hace más o menos un año a hacerlo de forma continuada, empecé sin
más, salía de casa y corría, cada vez más tiempo, más días, todos los días, sin
pensar, pensando, para olvidar, para recordar, para buscar algo o para
perderlo… daba igual, salía y corría.
A medida que avanzaban los días la
emoción antes de salir a correr iba en aumento, el momento de cambiarme de ropa
y calzarme las zapatillas era un momento vibrante, feliz, sencillo sin más, la
música a todo volumen y a bailar como una loca mientras me colocaba la gorra,
los cascos y me miraba al espejo ilusionada ante la idea de salir a correr, en
ese momento los ojos me brillan.
En ocasiones cuando el cuerpo no te
responde o cuando el cansancio, los problemas o las frustraciones se agolpan en
tus piernas, y parece que no puedes más, siempre te preguntas el porqué lo
haces, que necesidad tienes de correr (si no te persigue nadie, como dice una buena
amiga), que ganas con todo esto… pero eso se pasa, se va, se evapora y casi al
instante aparece una nueva sonrisa, una nueva fuerza que te devuelve a la
carrera, incluso te hace creer que eres mucho más ligera.
Y
no, no me he equivocado, se que no celebramos el día del corredor.
DEFLAGRACIÓN
Yo soy educadora social, me encanta,
creo que siempre me ha gustado e incluso antes de que supiera que significaba
exactamente.
Comencé hace más o menos 18 años , por
poner una fecha, cuando de la mano de mis monitores y mis compañeros “del clan
de los 7” del grupo scout de mi barrio, descubrimos que era eso de participar
de forma activa en la vida comunitaria de nuestra ciudad, el servicio a
nuestros vecinos, la realización de proyectos colaborativos para provocar
pequeñas transformaciones en nuestro entorno. Tuvimos la oportunidad de ser
rebeldes, inconformistas, críticos, nos facilitaron experiencias reales de
aprendizaje, pero no cualquier tipo de experiencias, esas experiencias de las
que nos habla Jorge Larrosa “esa experiencia que no se puede transmitir
mecánicamente, que a nadie se le puede ahorrar, algo que nos forma o nos
transforma, que no es dogma, que es novedosa, aunque no sea algo que acontece
por primera vez”
A medida que avanzaban los años la
emoción por todo ese mundo de militancia social (así nos gustaba definirlo),
iba en aumento, necesitábamos conocer más gente como nosotros, más jóvenes
locos convencidos en el poder de la ciudadanía enredada, implicada en la vida
política, en definitiva comprometidos con su día a día. Ese momento de
vivenciar aquellos primeros encierros en un pleno municipal, de participar en
organismos de representación juvenil, esos nervios detrás de una pancarta al
cortar una calle, alguna discusión con tus padres por aquel encierro que acabo
mal y por tantas horas robadas a los estudios, en todos esos momentos siempre
me brillaron los ojos.
En ocasiones cuando la sociedad aparece
ante tus ojos más fragmentada que nunca, más desigual, más injusta, te
preguntas el porqué lo haces, que necesidad tienes de seguir intentándolo, que
ganas con todo esto… pero siempre aparece una sonrisa de un compañero, de
muchos compañeros, que lo viven igual que tú, la mirada de un desconocido al
que sabes que puedes acompañar, un joven al que el sistema se empeña en
desahuciar de un futuro prometedor, una caricia, un guiño, un susurro, un grito
que te despierta, un silencio que te atraviesa, una nueva fuerza que te
devuelve a tu profesión, incluso te hace creer, que estas cerca de ese horizonte
“Galeano”.
EXPLOSIÓN
Todo lo dicho anteriormente alimenta cada día mi vocación,
pero para llegar a ser una profesional en este ámbito me he tenido que formar, y
seguir haciéndolo cada día, en una profesión que aún sigue en construcción en
un proceso abierto, dinámico y dialéctico.
¿Pero
qué ocurre cuando nos encontramos con uno de esos momentos que facilitan
nuestra desprofesionalización?
- Un Estado que privatiza y recorta en gastos sociales básicos de atención primaria, sanidad y educación, cuyas políticas sociales se basan en la mercantilización de servicios donde solo importan resultados cuantitativos marcados por la terminología empresarial.
- Un mercado que genera más que nunca desempleo y precarización del empleo e incluso un regreso a la imagen de trabajadores fordistas sin ningún tipo de amparo legal. Con una proletarización del sector de lo social con un regreso al voluntarismo y al asistencialismo basado en las antiguas concepciones cristianas de caridad y beneficencia.
- Una formación dirigida a la gestión y a la eficiencia de los educadores. La universidad también puede alejarnos de este proceso de profesionalización si solo se preocupa como decía Saramago por complacer las exigencias del mercado.
Ocurre
el movimiento, la acción, la práctica, la investigación, la colaboración, la co-creación, lo común, la red...
Esta es mi profesión, profesión, que hoy más
que nunca, debe estar presente en las calles, en los espacios públicos que son
de la ciudadanía, hoy más que nunca debemos desplegar nuestro buen hacer para
generar contextos llenos de experiencias de aprendizaje, y sumarnos a aquellos
que la propia ciudadanía pone en marcha en un mundo de construcción de
inteligencias colectivas. Retomar las bases de esta, nuestra profesión, para
caminar juntos hacia ese horizonte que tanto me gusta, y al que lo llamo cariñosamente horizonte Galeano.
ONDA EXPANSIVA:
- No dejaría nunca de ser educadora social porque....es mi estilo d vida @vickysonrie
- Porque... lo de educar lo llevo calado hasta los huesos!!!. Ana jpj.
- "No dejaría nunca de ser educadora social porqué en esta profesión he encontrado todos los saberes y conocimientos necesarios que tanto en esta vida he buscado..” @sandracarrill23
- "No dejaría nunca de ser Educadora Social porque más que una profesión es una forma de vivir y crecer tras cada pequeña cosa que hago" @Lau7Ct
- "No dejaría nunca de ser educadora social porqué... dejaría de ser, convirtiéndome en un tipo de persona distinta a las que creen que el cambio en el mundo es seguro". Trujillo Rosalía.
- "No dejaría nunca de ser educadora social porque.....me ayuda a ser feliz sabiendo que puedo ayudar a cambiar un poquito el mundo" .Isa Ruiz.
- "No dejaría nunca de ser Educadora Social porque... perdería todo el bienestar que se puede ganar en cada paso que damos y en cada acción que ponemos en práctica dedicándonos a ello. “Es inigualable e indescriptible". Sandra Castellanos.
- Porque esta profesión tiene implícito el compromiso y la vocación conlleva una ilusión infinita. Anónimo.
- Porque... quiero demostrar lo que valemos y que podemos llegar donde queramos y porque … somos capaces de realizar investigación!!! Carmen María Durá.
- Porque si tengo claro algo en la vida es que he nacido para esto, porque esto es un modo de vida y es mi forma de vivirla, porque nada mejor que hacer de tu vocación tu profesión, porque cómo bien decía mi madre trabaja de lo que te haga feliz y pregúntate cada día si lo que haces te encamina a lo quieres ser. @anaabel8
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