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lunes, 1 de diciembre de 2014

44 semanas y un día. 2º parte.

...y un día

#marathonNewYork2014



"Con mis guerreras" en el
entrenamiento del sábado
en la famosa carrera de la amistad
El día comenzaba temprano, muy temprano. La verdad es que he dormido bastante bien, los nervios parecían controlados, nos levantamos a las 05:00 de la mañana, el desayuno muy importante, nada de improvisar, lo de siempre, lo planificado. En el restaurante del hotel, caras de emoción, saludos enérgicos y de nuevo multitud de dudas sobre la ropa ¿me dejo la térmica en la carrera? ¿pantalón, corto, medio o largo? Hace frío, y sobre todo el maldito viento… a la habitación otra vez, y de nuevo nada de improvisación, seguir lo planificado con respecto a la ropa,  el autobús nos espera a la entrada del hotel, subimos,  partimos hacia la zona de salida, Fort Wadsworth en Staten Island.
Las caras de mis compañeros, aún las recuerdo, en especial, la de Antonio, creo que me trasmitía tranquilidad, yo estaba eufórica, feliz, es uno de esos momentos en los que miras a tu alrededor y quieres a todo el mundo (como en una de esas famosas fases por las que pasa un borracho). 
Ya estaba allí había llegado el momento (reconozco que lo escribo y los ojos de nuevo se empañan), me di cuenta de lo inclinado que estaba el puente de Verrazano, creo que entre en pánico, ¡pedazo de cuesta!...

Llegamos, la zona me pareció bastante desapacible, mis nervios aparecieron de una forma curiosa, decidí no separarme de Nacho, parecía que lo tenía todo mucho más claro que yo, incluso, ahora me da un poco de vergüenza, hicimos juntos la cola para ir al baño, solo me faltó pedirle que me sujetase la puerta, no me atreví a pedírselo.

Justo en ese momento con Frank Sinatra
de fondo comenzamos a correr
Las horas de espera se hacen largas, pasé frío mucho frío y hasta el último momento tuve dudas sobre la ropa. Pasan las horas y llega mi turno, tocaba despedirse de los compañeros que aún debían esperar su salida. Me encuentro con Conchi, salimos desde el mismo cajón, parece que el tiempo no avanza, pero de repente, estamos en la línea de salida, saltamos de alegría, nos miramos y suena la canción, New York, de Frank Sinatra, lloramos, no lo podemos evitar, estamos realmente emocionadas, y justo en ese momento comenzamos a correr.


No puedo transmitir la paz que sentí en ese momento, me sentía tan feliz, tranquila, emocionada, inmensamente feliz, y junto a mi, de nuevo cada una de las personas que me acompañaron en el camino, os vi a todos junto a las miles de personas que llenan las calles de New York.

Los kilómetros van pasando, de la soledad del puente de Verrazano (donde solo había viento y fotógrafos haciendo equilibrios sobre la mediana) pasamos a Brooklyn y comienzo a ver gente animando, y sobre todo me fijo en los niños que estiran sus brazos para "chocarla" con los corredores, yo no puedo evitarlo comienzo a zigzaguear y a palmear manos como loca, de repente escucho mi nombre, recuerdo la cara de ese primer desconocido que grita "Marimar" (lo llevaba puesto en mi camiseta) me giro y grito con todas mis fuerzas ¡gracias! me siento pletórica y esto no acaba más que empezar. 

Veo miles de personas que te apoyan, estoy corriendo completamente sola, pero creo que nunca me he sentido tan acompañada, veo como un corredor se arrodilla y le pide matrimonio a su novia, en un campo de beisbol a un niño realmente entusiasmado porque acaba de golpear la bola, salta en el sitio todos le gritan que corra, me siento parte de una película, y los kilómetros van pasando. 

No me pierdo ni un avituallamiento, bebo solo agua, el Gatorade no me gusta, el agua me va bien, pero me hago un pequeño lío con los geles, pero no pasa nada, voy bastante bien, me quito la braga del cuello, noto que me está haciendo rozadura, siento mucho frío en las zonas donde el viento sopla con ganas y parece que te traspasa, pero es mi ambiente, mis mejores "entrenos" son en tierras frías... 
El maravilloso Kilómetro 13 me da alas, los que me conocen ya saben por qué, esto es solo el principio, sigo mirando hacia todos los lados, ya he dejado atrás la 4º Avenida, recorro Lafayette Avenue, paso por Bedford, sigo avanzando, y casi sin darme cuenta estoy metida en el puente de Queensboro, solo se escuchan pisadas, silencio, y sobre todo gente que ya empieza a detenerse en las cuestas (nunca pensé que esta maratón tuviese tantas cuestas) y ya llevamos 24 kilómetros en las piernas, yo siento que voy de maravilla, pero reconozco que tanta "subida" y "bajada" se van notando en las piernas. Pero ya estamos en la isla de Manhattan y las calles aparecen realmente abarrotadas, ya he perdido la cuenta de las veces que he oído mi nombre (siempre contesté enérgicamente con un gracias a cada uno de los ánimos recibidos).

Casi sin darme cuenta he pasado la primera avenida y veo el cartel de milla 20 (32,19 km) y siento que es en este momento dónde comienza mi reto, donde veré el resultado de las 44 semanas, allá voy decidida, pero empiezo a cometer errores, sobre todo en las zonas de avituallamientos, en las que me quedo atrapada y me "obligan" casi a detenerme por completo en un par de ocasiones (me imagino que es falta de práctica, falta de carreras) pero sigo bien, no hay resquicio de duda, esto lo termino.

Perfil de la maratón de Nueva York, si lo sé, no son pendientes
muy pronunciadas pero... ¡son muchas!
Llego a la famosa 5º avenida, es increíble, kilómetro 37 que "pica en alto", esta última cuesta no me la esperaba, es un último desafío, entramos en Central Park, en el kilómetro 38 más o menos, solo quedan cuatro y decido apretar un poco, lo tengo ahí, salimos de nuevo del famoso parque, giramos a la derecha, y justo antes de volver a entrar escucho a Daft Punk "Get lucky" y ya me emociono milla 26 (41,84 km) me río, lloro y os veo, a todos, sentados en las gradas, me siento eufórica, lo he conseguido ¡estoy aquí! recibo mi medalla, y necesito abrazarme a alguien, pero estoy sola, solo estoy yo, mi esfuerzo, mi satisfacción y mi felicidad, avanzo entre la gente, camino, poso con la medalla de finisher orgullosa, camino, me dan agua, camino, mi ropa, sigo caminando para salir del parque, lloro, camino, me meto en un Starbucks en busca de wifi, entran los whatsapp, y veo los de Jorge mi entrenador, y ya definitivamente, no puedo más, lloro desconsoladamente, la gente me mira y una señora me abraza, parece que entiende perfectamente mi emoción, agradezco el gesto de la señora, me repongo poco a poco y de nuevo, camino pero algo ha cambiado me siento transformada, llena de felicidad, y sin darme cuenta, me encuentro con ellos, abrazos, risas y cómo no, más lagrimas. 

Tumbada en la habitación del hotel, intentando estirar, no puedo dejar de sonreír, miro mi medalla y se que lo he conseguido. Ahora solo queda disfrutar de Nueva York, con la certeza del trabajo bien hecho y que a partir de este momento ya nada será igual ¿te parezco exagerada? pues te invito a vivir esta experiencia.


Y hoy justo un mes después, ya estoy pensando en mi próximo reto, la maratón de Berlín. Solo espero poder disfrutarla con aquellas personas que hicieron mucho más especial (si eso era posible) el viaje de Nueva York, Xavi, Angel, Nacho, Mª Paz, Antonio y mi querido "tu".
Gracias equipo, os echo de menos ;-)

domingo, 16 de noviembre de 2014

44 semanas y un día (1º parte)

Escribo de antemano sabiendo que las palabras no podrán describir ni una décima parte de todas las emociones que he sentido a lo largo de este camino, 44 semanas, de las que no me ha sobrado ni una, con un gran premio final, la maratón de Nueva York.

He esperado demasiados días para escribir esta crónica y muchos matices y detalles creo que los he olvidado, pero sin embargo aún siento esa felicidad, esa euforia que me acompañó desde que pise la ciudad de Nueva York.

Pero esta historia tiene dos partes, de momento aquí tenéis la primera.

1º Parte: 44 semanas.

El proceso, el camino, y sé que es un tópico, ha sido todo un aprendizaje, algo revelador, una experiencia única, que me ha convertido en mejor persona, que me ha enseñado muchas cosas que no sabía de mi misma, no es solo correr, es aprender a mirar las cosas desde la sencillez, saber reír y llorar en su justa medida, saber valorar y dejar aún lado (lo más difícil de todo) esa mochila tan pesada llena de culpas e inseguridades, es aprender a fracasar, y a tener éxito, es tener certezas de que lo conseguirás.

En este proceso, mi preparador, Jorge, quizás sea quién más ha sufrido mis inseguridades, que sobre todo se han manifestado mediante excusas, molestias, dudas infinitas, y justificaciones absurdas. Reconozco que he llegado a “odiar” a Jorge, ¿por qué no me entendía? ¿por qué no me daba la razón? ¿por qué cuándo más lo necesitaba no me decía lo que quería oír? La respuesta ahora me parece increíblemente sencilla, realmente estaba trabajando con un gran profesional y además de eso, aquellos que le conocen, saben que es una persona encantadora al extremo. Gracias Jorge, sabes  que me has dado mucho más que un Excel semanal.


Fotografía tomada en la primera semana de entrenamiento. Aquí todavía no me lo creía.
Evidentemente no solo ha estado Jorge, hay mucha gente que me ha brindado su apoyo, muchísima, calor del bueno que llegaba desde diferentes puntos, y que siempre me ha acompañado, mil gracias a todos, os he sentido muy cerca. Gracias sobre todo a ti, Jaime, por ese apoyo incondicional, constante, sincero, en ocasiones a pesar de todo, por esa mirada limpia, transparente, llena de orgullo que tanto me ha ayudado para conseguir los retos que se me han planteado este último año. Generoso como nadie, inteligente como pocos, sin duda todo un privilegio estar rodeada de tanta calidad humana.

(Continuará)

Disculpas por no cumplir, en esta ocasión, los propósitos de este blog.

jueves, 2 de octubre de 2014

"En bragas"

Reconozco que mi primer pensamiento ha sido, ¿aún nos seguimos preguntando este tipo de cosas? Entonces, es que aún “estamos en bragas" como profesión.

Pero ya se sabe que este tipo de preguntas suelen llevar gato encerrado, no son tan sencillas como parecen, y nos podemos encontrar con una respuesta diferente de cada educador social a quién se la formules.

Podía comenzar a hablar de las múltiples teorías sobre la naturaleza del ser humano y recordar a grandes pensadores que trataron este tema: Hobbes “el hombre es un lobo para el hombre” Rousseau “el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad la que lo corrompe” Marx “la esencia humana es, en su realidad, el conjunto de relaciones sociales”… pero creo que hoy por hoy a nadie se le escapa que las personas nos construimos día a día y en ese proceso de construcción influyen aspectos genéticos, culturales y sociales… la herencia y el ambiente.

Que pesadez, no es el momento.

Pero en esta exploración de mi respuesta, no puedo dejar de pensar en las conversaciones mantenidas a lo largo de este año en #HablemosEduso. Estas conversaciones, me han servido para seguir “haciéndome” y en las que muchas de ellas se hablaba precisamente de esto, de profesionalización y la necesidad constante de seguir “haciéndonos”  como la que surgió entorno a un post del gran Fernando de La Riva (que nos propuso el también gran Asier Gallastegui) titulado “Cuando las vacas eran gordas, ¿Repolitizarse o qué?”.

Al pensar en este proceso de profesionalización llevado a cabo por la educación social (una profesión relativamente joven y aún en construcción) hemos podido comprobar que no se trata de un proceso lineal, sino un proceso dialéctico de avances y retrocesos, que remite a valores, intereses y objetivos muy diversos, una red compleja de relaciones entre los distintos actores que intervienen en este proceso: el Estado, el mercado, la Universidad, los usuarios, los propios profesionales y otras profesiones con las que se “compite” por una misma jurisdicción laboral, así como los recursos por los que se mide la intervención de los mismos: los profesionales aportan cultura e ideología, las universidades formación, acreditación e investigación, el Estado políticas sociales, el mercado empleo. Pero es en este punto dónde debemos pararnos y referirnos a la caracterización de este modelo como dialéctico y comprensivo ya que las mismas variables que actúan como facilitadoras de profesionalización, también, en ocasiones (y quizás estemos viviendo uno de los grandes momentos de desprofesionalización) facilitan la desprofesionalización:

1º Un Estado que privatiza y recorta en gastos sociales básicos como atención primaria, sanidad y educación, cuyas políticas sociales se basan en la mercantilización de servicios donde solo importan resultados cuantitativos marcados por la terminología empresarial.

2º Un mercado que genera más que nunca desempleo y precarización del empleo, proletización del sector con un regreso al voluntarismo y al asistencialismo basado en las antiguas concepciones sobre caridad y beneficencia.

3º Una formación dirigida a la gestión y a la eficiencia de los educadores. La Universidad también puede alejarnos de este proceso de profesionalización si solo se preocupa, como decía Saramago, por complacer a las exigencias del mercado.

Es por ello que debemos seguir apostando por una formación cercana, pegada a la praxis, del conocimiento formal, especializado y técnico que los educadores sociales necesitan, debemos seguir cuestionándonos que tipo de profesionales queremos llegar a ser y quizás no dejar de preguntarnos nunca si nacemos, o nos hacemos, aunque la respuesta parezca estar clara, aunque nos parezca solo una cuestión llena de obviedades, aunque ello conlleve tener de nuevo la sensación de “estar en bragas”.

Para otro post (que quizás nunca escriba)

            Tenemos que tener presente que nos encontramos en un nuevo escenario, el del aprendizaje a lo largo y ancho de la vida (LifeLong Learning); conocimiento en red, conocimiento distribuido, nuevas profesiones, carreras profesionales más flexibles y dinámicas, un aprendizaje más personalizado, necesidad de formar a aprendices mucho más emancipados … , esto no es solo una cuestión de educadores sociales, ni de profesionales sino de ciudadanía, lo que significa que esto seguirá siendo un continuo “seguir haciéndose” de ahí que una de las palabras que más me gusta escuchar últimamente sea la de “hacedores”.


Muchas gracias de nuevo al CEESC por invitarme a participar de este carnaval de blogs con motivo del día de la educación Social (#EdusoDay2014 #DiaEs)